Las neuronas del niño, capaces de imitar movimientos
Escrito por Pedro Ojeda Fernández
Revisado medicamente por Dr Marta Bernaola Abraira
Ultima actualizacion: October 2, 2024
La estimulación táctil de los padres mejora el desarrollo neuronal
Al moverse, actuar, bailar, danzar o representar, reconocer tanto propio cuerpo como el de los padres, el niño pone en acción una singular coreografía cerebral que implica la participación de un enorme conjunto de redes neuronales que controlan todos los aspectos del movimiento de su cuerpo en el espacio.
Redes neuronales que se llevan a cabo mediante las llamadas neuronas en espejo, que se activan al imitar movimientos de los padres. Podríamos decir que mediante este tipo de neuronas, el cerebro es capaz de organizar la interacción del bebé y del niño con su medio ambiente: el pequeño ve el mundo porque actúa sobre él y actúa sobre él porque lo ve.
Cuando el niño observa el rostro de sus padres tiende, a imitar y cuando se imita, se activan regiones cerebrales temporales y frontales que se han asociado con el sistema de neuronas en espejo.
Las neuronas en espejo no son ni puramente motoras ni puramente sensoriales, sino que tienen ambas características a la vez. De hecho, parte de la idea que se tiene hoy es que, justamente por tener este carácter dual, desempeñan un papel relevante en la capacidad de los primates y del hombre para comprender los movimientos, las acciones, inclusive las intenciones de otros sujetos.
Padres: la importancia de estimular las neuronas
Los padres tienen que tener conciencia al educar a sus hijos de la importancia del proceso interactivo del niño: el cerebro que actúa es un cerebro que comprende. Las investigaciones realizadas hacen suponer que poseemos la capacidad innata para reconocer nuestro cuerpo, nuestra imagen corporal y, además, resulta interesante que esta capacidad también está presente en los primates superiores, como en los chimpancés.
Esta capacidad permite que niños muy pequeños, incluso recién nacidos, sean capaces de imitar y de reproducir algunos gestos y movimientos, específicamente gestos o movimientos de la cabeza realizados por la madre o el padre.
Resulta lógico pensar que estos mecanismos cerebrales primitivos, primarios, e innatos y quizá vestigios neurobiológicos de nuestro desarrollo filogenético, deben madurar y reafirmarse mediante la experiencia. Gracias a ella, al recibir información nueva a través de los sistemas sensoriales, especialmente del tacto, nos permite la experiencia de vernos a nosotros mismos y ver a los otros seres humanos. Se trata de un constructor mental que comprende sensaciones, percepciones e ideas acerca de la organización dinámica -porque hablamos de plasticidad- de cambio de nuestro propio cuerpo y de su relación con los otros cuerpos. Es decir, que estamos hablando, además, de una dimensión psicológica, de una dimensión sociológica. El niño tendrá que integrar poco a poco los límites del espacio, la habilidad motriz para moverse en el mismo, la discriminación de las diferentes partes de su cuerpo y la representación de éste frente a sí mismo y frente a los demás. Todos estos procesos mejorarán de forma progresiva, dando lugar a un desarrollo cerebral armónico.
Tomás Ortiz Alonso. Catedrático-Director del Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica.
Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid
Categoría: Desarrollo cerebral bebé