Comunicación verbal en el niño
Escrito por Pedro Ojeda Fernández
Revisado medicamente por Dr Marta Bernaola Abraira
Ultima actualizacion: October 2, 2024
Desde el primer llanto, hasta el lenguaje de los dos años
La comunicación verbal en el niño se apoya en sus tres niveles básicos de funcionamiento cerebral:
• En el nivel cortical: su representación se lleva a cabo mediante el lenguaje, con sus reglas semánticas y sintácticas.
• En el nivel subcortical: se lleva a cabo mediante la organización de movimientos encaminados a organizar el proceso del habla mediante la acción de músculos, labios, lengua, velo del paladar…
• En el nivel de músculos periféricos que producen la voz, sonido generado por la laringe. A través de dicho órgano se trasladan las palabras, que se convierten en el fondo musical en la comunicación; la voz siempre refleja lo emocional, lo afectivo y lo interno de cada hombre como individualidad.
Cómo estimular el balbuceo
Todo este complejo proceso neurobiológico se va desarrollando progresivamente mediante la estimulación diaria y la interacción entre padres e hijos. Por ello, los padres tienen que recordar que el primer paso para que su bebé aprenda a hablar es estimularle diariamente y la mejor manera de hacerlo es hablándole.
En los primeros meses de vida lo que tienen que hacer los padres para estimular el balbuceo del bebé es jugar con él frente a un espejo grande, haciendo caras y gestos acompañados de vocalización y silabeos (“ba ba ba”, “ta ta ta”). Posteriormente hay que hablarle por su nombre: si llama al bebé por su nombre, pronto lo aprenderá. Es muy importante hablar al niño cuando le da de comer o cuando lo baña y asea, porque su atención estará puesta en usted por completo. Un consejo: en esta etapa de la vida conviene utilizar siempre las mismas palabras.
Objetivo: frases de dos palabras
A partir del año y medio los padres deben estimular al niño utilizando frases de dos palabras, por ejemplo, “mamá guapa”. Deben preguntarle muchas veces a lo largo del día todo sobre lo que el niño oye, ve o toca. A medida que el niño crece, los padres han de enseñarle canciones, vídeos con mucho color y movimiento, cuentos infantiles, además de estimularle la pronunciación de palabras.
Durante estos juegos y actividades relacionadas con el lenguaje, los progenitores deben recordar siempre que es positivo hacerle al niño muchas preguntas para valorar la capacidad compresión y aprendizaje del lenguaje. Y también, para facilitar los procesos cognitivos de memoria y de atención, necesarios para la comunicación humana.
El llanto va cambiando según la necesidad del niño
El proceso del habla y la comunicación infantil no se limita a simples actos mecánicos, sino que el niño llega a ellos a través de un proceso complejo, que transcurre mediante etapas de evolución. La primera con la se enfrenta el niño podríamos denominarla etapa prelenguaje: comienza en el mismo momento del nacimiento con el llanto del recién nacido.
Durante este tiempo, el bebé va adquiriendo diferentes habilidades cognitivas y motrices en las que se pueden diferenciar procesos muy específicos y concretos. Los que los padres pueden intervenir de forma muy activa en ellos. Los llantos a lo largo de los primeros meses van a establecer y favorecer en el futuro la adquisición de las vocalizaciones y emisiones de sonidos lingüísticos.
Estos lloros primeros van evolucionando, provocando determinadas contracciones musculares, que serán las que permitan hacer las variaciones en la voz que van marcando la diferencia en el llanto. Por ello es posible que la madre adquiera la habilidad de saber por qué llora su niño aunque no esté al alcance de su vista
Alrededor de los dos meses el bebé comienza el proceso de balbuceo, que se caracteriza por gorjeos, murmullos, vocalizaciones, balbuceo mono y polisilábicos, sonidos guturales o labiales, y que se corresponden con los primeros estímulos llegados al cerebro mediante la acción de la succión y la deglución.
Hacia los seis meses de vida, el oído desempeña un papel relevante, caracterizado por las repeticiones de sonidos una y otra vez. En esta etapa, el niño se motiva positivamente al sentir gran placer escuchándose y consigue el mayor proceso de aprendizaje prelingüístico necesario para el buen desarrollo del lenguaje y comunicación futura. Es un momento clave para crear las condiciones apropiadas para la imitación de los sonidos del medio. Las vocalizaciones y repeticiones comienzan a tener un uso específico y determinado: el llanto es utilizado para llamar la atención, pero a pesar de su inmadurez física y mental, el niño emite algunos sonidos que reflejan el rechazo, aceptación o demanda. Así, el bebé puede hacerse entender, controlar y manipular a los adultos a su alrededor y comprendiendo el valor de sus vocalizaciones.
Hacia el final del primer año de vida el papel protagonista lo desempeña la estimulación de los padres.
¿De qué forma?
Mediante la repetición de sonidos que ya ha oído con anterioridad. Con su intervención, reforzarán lo adquirido y estimularán el desarrollo de emisiones nuevas, con lo que conseguirán aumentar de forma significativa el conjunto de sonidos necesarios para la futura comunicación verbal. Tanto es así, que al final de esta etapa el niño es capaz de entender el lenguaje ajeno. Su comprensión verbal será superior a su habla
Prelenguaje: hasta el año de vida
La etapa conocida como prelenguaje comprende desde el nacimiento hasta los doce meses, incluyendo en sí las etapas preparatorias para el desarrollo del lenguaje, siguiendo un orden cronológico en su adquisición, iniciado con el arrullo, el “gorgoteo fónico” asociado al llanto del recién nacido al mes, el laleo infantil y la autoestimulación acústica comienzan a dirigir de manera incipiente su actividad verbal a los tres meses.
Ya a los cuatro o cinco meses se presenta la percepción, el control del ritmo, la entonación, duración y frecuencia de los sonidos que emite; entre los cinco y seis meses, se evidencian las series consonante-vocal. A esta edad, el niño comprende mucho más de lo que es capaz de decir.
Lenguaje: a partir de los dos años
La etapa propiamente dicha del lenguaje comienza a partir del segundo año de vida y se caracteriza por la acelerada adquisición de fonemas, el incremento del vocabulario pasivo y activo. El lenguaje es cada vez más espontáneo y voluntario, parecido al de los adultos que lo rodean.
En algunos estudios realizados al respecto, se considera que alrededor de los 24 y 30 meses, el léxico del niño está compuesto por un 50 por ciento de sustantivos, un 20 por ciento de verbos y un 7 por ciento de adjetivos. Así pues, el proceso de adquisición del lenguaje sigue estas pautas:
• Sustantivos
• Verbos
• Comprensión de adjetivos
• La expresión de algunos pronombres, partes del cuerpo, numerales…
• Uso de concordancias gramaticales, la expresión y el uso de tres y cuatro palabras por frase, así como preposiciones, artículos e interjecciones.
Después de este período, de adquisición donde el niño adquiere el 80 por ciento de las habilidades lingüísticas se inicia la etapa del lenguaje propiamente dicho, en el que el colegio será de gran ayuda en el aprendizaje y manejo de la comunicación verbal.
Tomás Ortiz Alonso. Catedrático-Director del Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica.
Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid
Categoría: Desarrollo cerebral bebé